El fuego y la paz

En Colombia el fuego es crecientemente un símbolo de paz. Antorchas, fogatas, grandes pebetero o pequeñas velas son recursos que se emplean con frecuencia para expresar el espíritu, la voluntad y la exigencia de paz a nivel de familias, vecindarios, aldeas o grandes urbes. En Bogotá la víspera del 8 de diciembre el camino a Monserrate se tachona de antorchas y las puertas y ventanas de velitas de colores.

En los últimos años se ha hecho usual en muchos municipios encender el fuego de la paz los jueves a las 5pm como cálido y apremiante desideratum de que se mantenga en pie la mesa de los diálogos de paz en La Habana, que lo propio se haga sin dilación con el ELN y que nadie se levante de la mesa hasta pactar la terminación del conflicto armado hacia la construcción de paz estable y duradera.

Cesar el fuego de la guerra y prender el fuego de la paz, cese unilateral y cese bilateral de fuegos para que se ensanche el fuego de la paz, agilizar en La Habana y desescalar en el país es lo que quiere de manera mayoritaria el pueblo colombiano. Las partes están dando pasos positivos que alivian la victimización que sufre la población inerme: ceses unilaterales, cese de bombardeos, desactivación de minas antipersona, interrupción de reclutamiento y entrenamiento militar, atención humanitaria a presos políticos… todos son de actualidad que expresan como necesidad y propósito cuando se prende el fuego.

El símbolo del fuego está ligado a dos circunstancias que constituyen referentes básicos de la acción colectiva por la paz: el territorio y la movilización. No se construye paz sino en un territorio donde vive una comunidad gestora de paz que desarrolla una agenda de paz. Los sujetos y actores de paz con frecuencia se movilizan en el territorio en afirmación de sus propuestas de paz o en demanda de políticas públicas que se correspondan con el derecho y deber de paz consagrado en el Art. 22 de la Constitución Nacional.

Un fuego prende otro fuego; prendamos este diciembre, persona a persona, barrio a barrio, ciudad a ciudad, el fuego de la paz hasta que toda se ilumine con el fuego ardiente y decidido de la paz.

* Bogotá, 1943
Presidente (colegiado) de Redepaz
Integrante del Consejo Nacional de Paz
Columnista de El Espectador

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